Apuntó fuerte. Llegó bien preparado, se encontró con una serie de problemas físicos producto de ese querer aferrarse a la pelea por el título, y si bien estaba sufriendo demasiado, hace un rato se consagró campeón del mundo de jetski en su máxima categoría: la F1.
«No caigo mucho. Es el resultado, pero lo que nadie ve es el esfuerzo. Siendo tercero, quinto o décimo, nadie lo valora. Solo uno lo sabe. Esta vez se dio el resultado, pero siempre dejamos todos», dijo apenas se consagró campeón del mundo a Chicos las Pelotas.
Fácil no fue. Al contrario. Hoy fueron cuatro etapas, ganó dos, en la última quedó segundo. «Sumé puntos como loco», remarcó.
Dicho a Chicos las Pelotas por el propio Federico Hochman desde Grecia en la madrugada uruguaya, apenas se levantó para iniciar la jornada: “las posibilidades siguen estando. Puedo salir primero como sexto, porque las posiciones quedaron muy apretadas”.
Hay que recordar que la doble jornada de carreras de consumo le cobraron un precio muy alto en este Mundial de jetski que tiene como sede a la ciudad de Kourouta. En esa ocasión el sanducero aceleró a fondo, sin cuidar en un mal con oleaje intenso, y si bien logró la victoria las manos quedaron muy complicadas, así como las rodillas. Y lo sintió en la segunda carrera, cediendo posiciones.
Luego fue tiempo de un día doble, jueves y viernes, una serie de recorridos para llegar a acampar a una isla, y al día siguiente retornar a Kourouta.
“Llegué muerto. Tuve el jueves un día complicado, con penalizaciones y me sacaron la cabeza. Me vino bien porque el viernes largué como loco la carrera de Clase A, que era la que tenía más puntos, y la gané. Pero el jueves perdí muchos puntos por las penalizaciones y me vine atrás en la tabla. Las penalizaciones pueden ser justas o no, pero ellos usan otros criterios y yo otros”, relató.
A ver: Hochman explicó (y lo dejan en claro las imágenes) que es un sufrimiento enorme conducir el bólido en medio del oleaje. Pero también que no estaba dispuesto a dar todo por perdido, y seguiría peleando por su objetivo.
“Estoy todo roto. El cerebro va, el cuerpo no responde mucho. Está todo muy parejo, hay pilotos que han sido muy constantes. Pero venimos bien; rotos, pero bien”, reafirmó.
Y el esfuerzo quedó a la vista. Dejó todo, las manos sufrieron como nunca, pero alcanzó el sueño de ser campeón del mundo en la máxima categoría, la F1. Y sí, señores: aplaudan que hay campeón del mundo sanducero.
Fuente: www.chicoslaspelotas.uy